Describir a Wiston Smith, personaje principal de 1984, puede
resultar bastante fácil.
Un hombre de aproximadamente 39 años, ni siquiera él mismo
logra recordarlo; es soltero y trabaja en el ministerio de la verdad. Su vida,
como la de todos los demás miembros del partido exterior, es rutinaria,
completamente adoctrinado –aparentemente- , no tiene otra opción que alabar y
alentar al Gran hermano, sabe que entre más fervor muestre en sus
manifestaciones menos control social ejercerán en él.
Un hombre desdichado, inconforme y cansado en su trabajo. Su
casa está totalmente cubierta por telepantallas y micrófonos, excepto una
pequeña esquina a la que no llega ninguno de los aparatos. Winston se siente
perturbado y abrumado por todo el peso del sistema. Su trabajo en el ministerio
de la verdad consiste en borrar cifras, personas, datos, documentos,
fotografías que vayan en contradicción con el partido único o que simplemente
se consideren como una amenaza al orden social.
Smith es consciente de cómo se maneja todo al interior del
partido y de cómo mediante esto se genera un ambiente de calma y felicidad,
convenciendo con mentiras y datos manipulados a toda la población de que todo
marcha sobre ruedas y que las cosas no podrían ir mejor. Le perturba la idea de
que la memoria esté siendo borrada, no entiende cómo todos pueden seguir tan
felices y olvidar cosas del pasado.
Contrario a lo que las leyes del partido permiten, Smith se
sienta en el único rincón de su casa en el que no puede ser visto por las
telepantallas, en un cuaderno que consiguió de manera ilegal escribe, luego de
un recuerdo, Abajo el Gran hermano. Winston no es consciente pero en ese
momento empieza su condena. Pese a la abrumadora propaganda a la que es
sometido a diario, Winston todavía conserva la, casi que en extinción, extraña
capacidad de pensar y razonar.
Pero así como Winston aún puede pensar y juzgar, también
puede sentir. Se enamora de Julia, una mujer mucho más joven que él. En busca
de privacidad alquila un cuarto en los suburbios de la plebe, pues en este
lugar no había tanta presencia de telepantallas ni medios de control. Winston
buscaba intimidad.
Quizá fue por esto que George Orwell tituló su libro, antes
de que un grupo de editores lo modificara a su nombre actual, como The last man
in Europa (el último hombre de Europa). Porque Winston Smith encarnaba para la
obra el último ser humano con capacidad de juzgar, racionar y querer hacer algo
para lograr un cambio. Winston representa para la obra la última esperanza de
cambio para la sociedad del Gran hermano.
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